Intentó abrir las puertas pero no pudo.
Poco después descubrió una cortinita y detrás de ella una puertecita de unas quince pulgadas.
¡Qué jardín tan hermoso! ¡Me encantaría poder ir allí! Pero si ni siquiera puedo pasar la cabeza
por la abertura... y aunque pudiera, ¡de qué poquito me serviría la cabeza sin los hombros!...